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I Hay un pueblo, Jesús
Orta, quiere oír a Naborí y lo demás no le importa. La tarea será corta dadas nuestras condiciones, pero concurren razones históricas, para el hecho que en cada cubano pecho haya un volcán de emociones.
II Hay una viva ansiedad por escuchar al sinsonte que dejó en la faz del monte trinos de inmortalidad. Raya la curiosidad que Naborí venga y cante, porque el inmenso gigante de la décima es el hombre que basta decir su nombre y está dicho en consonante.
III Yo soy un pan cotidiano, y nunca sorprenderán esas cosas cuando están al alcance de la mano. Mi verso se ha puesto anciano de tanta repetición, y dada esa profusión ocasiona mi presencia un poco de indiferencia un poco de aburrición.
IV Hoy nos ocupa una fecha de arraigados sentimientos para que los pensamientos tengan una acción derecha. Estamos en una estrecha comunión con la verdad, porque la paternidad al menos yo, desde niño, la entiendo amor y cariño como la maternidad.
V Amor paterno, profundo y sublime sentimiento, humano acontecimiento de por qué venir al mundo. No es genitivo y fecundo pero es parte genital, yo hablo de amor paternal como hablo de amor de madre, porque mi padre fue un padre intachable, excepcional.
VI Mi padre fue un campesino que junto a la tierra supo por qué la muerte de Pupo y pensó como Sabino. No se resignó al destino de ser esclavo y ser paria, energía extraordinaria para no estar en cadenas porque le corrió en las venas sangre revolucionaria.
VII Mi padre fue la nobleza personificada en él, con tanta tierra en la piel como en el alma pureza. Ocultaba su tristeza para no hacernos sufrir, y cuando lo vi morir lo vi como si quisiera hablarme de la bandera y no lo pudo decir.
VIII Me hablas de Carlos Manuel padre de la patria, padre que vio en su tierra la madre más sagrada para él. Que duro el instante aquél de una prueba familiar, y en un gesto singular exclamó alzando las manos; "todos los hijos cubanos tienen el nombre de Oscar".
IX Padre malo y padre bueno no existe, el malo no es padre, como no es madre la madre que odia el fruto de su seno. Yo hablo de ese padre pleno amor de cabello a pie, así fue mi padre y fue tan profunda su bondad que me partí a la mitad la tarde que lo enterré.
X Y por qué no hablar de mí que para mis hijos vivo con todo lo positivo que a mi padre le aprendí. Junto a mis padres viví entre humanos regocijos, y esos amores prolijos, y esa infinita bondad con igual profundidad se los devuelvo a mis hijos.
XI En tu caso, Naborí, urge hablar con más cuidado, porque se ha multiplicado la vida de padre en ti. Padre de tus hijos, si, en toda su acción humana, pero la luz "Naboriana" como un sol maravilloso lo ha hecho el padre generoso de la décima cubana.
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XII A mi no me duelen prendas cuando digo esta verdad, y ante tu paternidad pongo todas mis ofrendas. Es preciso que lo entiendas salvando tu sencillez, porque la décima es orgullo de los cubanos por el logro de tus manos y el camino de tus pies. XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI |
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