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Autobiográficos
Canto a mi niñez
Vengo de un niño sin reyes
porque los reyes aquellos
galopaban en camellos
que no iban a los bateyes.
La riqueza tenía leyes
para aislar a los bohíos
y los pobres padres míos
aumentaban su pobreza
descubriendo la tristeza
de mis zapatos vacíos.
No pasé de tercer grado
y a partir de aquél instante
viví bajo un sol quemante
tras las rejas de un arado.
Cuantas noches, agobiado
y triste me desvelé
y solo sobre el quinqué
con su luz amarillenta,
de mi, repaso a la cuenta
y el librito que compré.
El
quinqué semiapagado
me
alumbró noches enteras
y
luego por mis ojeras
corría
un tizne sudado.
Así
dejé devorado
el
"librito" que compré
y
todavía no sé
el
lugar donde reposa
la
última mariposa
que
se quemó en el quinqué.
Pero
no me resigné
a
callarme y ser un paria,
mi
grito "REFORMA AGRARIA"
un
canto guajiro fue.
Muy
joven me rebelé
casi
un niño, yo diría,
porque
la pobreza mía
que
fue una enorme pobreza,
a
principio fue tristeza
y
luego una rebeldía.
Con
quince años solamente
organicé
al campesino
y
conmigo otro vecino
limpio,
puro y de ancha frente
fue
creciendo el contingente
con
marcada proporción
y
frente a la oposición
de
un ejército violento
se
convirtió el movimiento
en
una Federación.
En
medio de todo aquello
que
en la sangre me latía,
me
llegó la poesía
como
en un mensaje bello.
En
mi décima un destello
de
inconformidades hubo
como
que al lado estuvo
de
obreros y campesinos
descargando
en los caminos
todas
las fuerzas que tuvo.
Por
las cuerdas de un laúd
sangró
más de un verso mío,
cuando
el guano del bohío
refrescó
mi juventud.
Ya
no siento la inquietud
de
aquella juventud mía
porque
ya la poesía
no
me lleva hacia el arroyo
a
beber Champán criollo
en
copas de canturía.
El
laúd trasnochador
me
hizo un noctámbulo errante
y
me llevó en consonante
a
la casa del amor.
Nunca
me ganó el licor
ni
me sedujo el dinero,
y
sí me captó el acero
de
las primas de un laúd
con
toda la magnitud
de
mi mejor compañero.
Muchas
veces el camino
lo
anduvo conmigo a pie,
con
todas las cuerdas fue
y
luego sin cuerdas vino.
Mis
años de peregrino
los
viví todos con él
¡Y
que inmenso el día aquél
que
mi corazón recuerda:
le
puse un cordel por cuerda
y
sonó con el cordel!.
Todo
estaba muy ligado
a
mi lucha proletaria
pues
junto a mi sangre agraria
estaba
el proletariado
el
"Guateque" improvisado
para
dos cosas servía
la
guajira que venía
con
el "CHA Y LA BUFANDA"
y
luego la propaganda
política
que se hacía.